Las dimensiones del espacio y el tiempo constituyen un entramado indisociable para la experiencia humana, de forma que el significado con el que construimos nuestra percepción de lo que nos rodea germina en ese entramado espacio-temporal. Entrar en este espacio expositivo supone una inevitable suspensión del tiempo que convierte cada obra en un testimonio visual que encapsula la tensión entre lo transitorio y lo permanente invitándonos a explorar y reflexionar sobre las múltiples capas de significado y emoción que surgen en ese momento de pausa que se produce a través de la contemplación de cada una de las piezas de “El Tiempo Suspendido: Pintura y Fluidez” que se presentan en el Museo Universitario de Alicante (MUA).
La noción de tiempo suspendido se articula aquí en consonancia con la más pura tradición fenomenológica europea de principios del siglo XX, y muy especialmente con las ideas del filósofo Henri Bergson, para quien el tiempo no es una sucesión de momentos homogéneos y medibles, sino una duración continua, vivida y subjetiva. Esta duración es fluida y expansiva, y es precisamente en la experiencia estética donde el tiempo puede ralentizarse o incluso detenerse, permitiendo al espectador habitar un instante prolongado. La pintura, desde esta perspectiva, es un medio que permite fijar el tiempo sin encerrarlo, capturando un fragmento de vida que, aunque aparentemente inmóvil, está lleno de posibilidades de transformación.
El concepto de fluidez, entendido desde una perspectiva tanto filosófica como pictórica, atraviesa cada una de las propuestas de los artistas, conectando sus discursos personales en torno a la idea de que todo está en constante cambio. Este diálogo entre lo suspendido y lo fluyente se manifiesta en las tres series presentadas, donde lo transitorio y lo permanente coexisten, ofreciendo al espectador una oportunidad para detenerse y, al mismo tiempo, ser arrastrado por el flujo de la transformación.
Luis Eduardo Rincón, a través de «Cuerpo en crisis», presenta una reflexión sobre la crisis como un punto de inflexión, donde el cuerpo —metáfora del organismo social y personal— enfrenta su propia descomposición y regeneración. La crisis, entendida en su sentido etimológico como un proceso de separación y decisión, se manifiesta en el cuerpo pictórico a través de la fragmentación y la ruptura. Las piezas de Luís evocan un cuerpo desmembrado que ha perdido su integridad, pero que, en ese estado de crisis, expande su potencial simbólico. Al trascender los límites del marco, las obras invitan al espectador a contemplar un cuerpo fluido, que no cesa de transformarse y que, al mismo tiempo, refleja las tensiones de nuestra realidad social y personal.
Con «Nuestro reflejo», la artista Sandra Tortosa muestra bocetos y obras acabadas de una serie donde el vínculo emocional entre humanos y animales se convierte en el eje de una exploración íntima y autobiográfica. A través de la figura del perro, Sandra captura sus propios pensamientos y emociones, proyectando en sus mascotas el reflejo de su mundo interior. Las pinturas, marcadas por el uso de capas, manchas y difuminados, juegan con la memoria y el recuerdo, creando una atmósfera que evoca la impermanencia de los lazos que nos conectan con el mundo que nos rodea. Cada pieza se convierte en un espejo de lo personal, donde la fluidez de las emociones y la experiencia vital toma forma pictórica, creando una conexión entre lo íntimo y lo universal.
Finalmente, Raissa García Rodríguez, en su serie «Evermore», sitúa en el centro de su obra el concepto de impermanencia (Anicca), considerado en la tradición budista la quintaesencia del universo, lo que impregna nuestro mundo y nuestra experiencia vivida de él y en él. Nada perdura, todo se destruye, todo cambia. A través de la exploración del azar, la mancha y la sombra, Raissa nos invita a aceptar la naturaleza transitoria de la existencia, donde el sufrimiento surge precisamente de nuestra resistencia al cambio. Sus tres piezas pictóricas, cargadas de simbolismo y expresionismo abstracto, nos sumergen en un proceso de autoexpresión y catarsis, donde el arte se convierte en un espacio de transformación constante. El diálogo que la artista establece con el espectador invita a una reflexión profunda sobre la percepción de nuestra propia existencia y la aceptación de la fluidez de la vida.
Las propuestas de Luis Eduardo Rincón, Sandra Tortosa y Raissa García Rodríguez, artistas egresados del Máster en Proyecto e Investigación en Arte (MUPIA) de la Facultad de Bellas Artes de Altea de la UMH convergen en un punto común: la capacidad de suspender el tiempo a través de la pintura, pero no para fijarlo, sino para contemplar el flujo constante de transformación que atraviesa todas las cosas.
María Tinoco
Comisaria de la exposición
Profesora de la Facultad de Bellas Artes de Altea. UMH
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